Este otoño he pasado unos días muy gratos en el hotel más sorprendente de cuantos conozco en España, y conozco muchos. Hay que celebrar que haya sido en la hermosa Galicia donde ha surgido lo que podríamos considerar el primer Ecohotel de la Nueva Era. Dicen que tras toda gran obra siempre hay un gran hombre (o mujer, no empecemos con el tema de los agravios tan de mañana). En este caso quizá se trate de dos, un padre y un hijo. O tal vez de tres, porque la madre todo lo observa y nada escapa a su aguda mirada femenina.
Hay que empezar diciendo que este establecimiento tan singular y avanzado es un laberinto que ha crecido adaptándose al terreno. Sobre la finca que heredó José Manuel Otero, en 1999, cuando el siglo XX ya agonizaba, en una ladera asomada a la Ría de Pontevedra, este promotor de Sangenjo levantó un sólido hotel de 56 habitaciones. En apariencia se trataba de otro de los muchos hoteles que han ido apareciendo en esta próspera villa veraniega, la mayoría de temporada, ya que de los doscientos establecimientos que acogen huéspedes en verano, sólo cuatro o cinco mantienen sus puertas abiertas todo el año y ninguno alcanza ni de lejos los índices de ocupación del Augusta.
¿Y qué tiene este resort que no tengan otros?, se preguntará el lector. La respuesta quizá esté en otro José Manuel Otero, el hijo del constructor, que empezó a estudiar calladamente Ciencias Políticas en la Universidad de Santiago hasta que se cansó y decidió regresar a casa e integrarse en la empresa familiar.
Al empuje y la visión del padre, se unió entonces la sensibilidad e inteligencia del hijo homónimo, que empezó a aplicar calladamente sus avanzadas ideas sobre dieta y salud, dando una orientación ‘sanívora’ al establecimiento. José, el hijo, es de esas personas que se toman las cosas muy en serio y quiso pasar por todos los departamentos del hotel (piscinas, recepción, comedor, etc…) como un empleado más para aprender de primera mano sus flaquezas y debilidades.
En 2004, sólo cinco años más tarde, un nuevo establecimiento de 51 habitaciones, una réplica del anterior en realidad, se levantó en un finca próxima, también asomado a las aguas de la Ría de Pontevedra. Ni siquiera hubo que buscarle un nombre, ya que de inmediato pasó a ser Augusta Ecowellness Resort 2.
José, el hijo, que ya estaba por entonces a cargo de todo, empezó a estudiar Medicina Integrativa cuando su madre enfermó. La búsqueda de nuevas terapias le llevó a leer ‘La encima prodigiosa’ del japonés Hiromi Shinya. Su lectura le iluminó y empezó a cuidar la dieta de su madre y de toda la familia, mientras seguía explorando el potencial e influencia de los alimentos en la salud humana. Con esta nueva conciencia, José cambió la orientación del hotel y decidió aplicar su filosofía para que alojarse en sus establecimientos fuera una experiencia saludable tanto en lo gastronómico como en las actividades lúdicas.
En la actualidad, los Augusta Ecowellness Resorts cuentan con todo tipo de tratamientos reparadores, piscinas de agua caliente, jacuzzis, saunas de todo tipo, masajes sin cuento y un espectacular domo geodésico de inspiración oriental, donde tienen lugar las más potentes practicas de crecimiento personal: yoga, meditación, terapias vibracionales, sonidos de gongs, cuencos tibetanos… Alrededor del domo crece un vergel hortícola, que provee todo el año (cuenta con gigantescos invernaderos) los vegetales y hortalizas más sanos, conscientes y ecológicos que uno se pueda imaginar.
Los restaurantes son auténticos paraísos del gourmet. Cuentan con dos cartas: una ‘sanívora’, íntegramente constituida por productos ecológicos procedentes de su propia huerta y otra más tradicional, que incluye carne y una selección de los afamados pescados gallegos. Quizá habría que añadir que los platos ’sanívoros’ son absolutamente originales, creativos, hechos con productos de alta calidad y cosechados en la propia huerta. En su mayoría, deliciosos. Lo más sorprendente es que los distintos restaurantes siempre están abarrotados de clientes que prefieren comer allí antes que hacerlo en los tentadores restaurantes de la zona.
Las pisicinas termales, las saunas y los jacuzzis están permanentemente en acción y a nadie le importa si afuera llueve o nieva para tumbarse en traje de baño en las cómodas tumbonas calefactadas que bordean las albercas. Los clientes constituyen una fauna de lo más variado: hay familias con niños, parejas en luna de miel, clientes solitarios, grupos de amigos o amantes del yoga y la cultura oriental que aprovechan sus magníficas instalaciones para cursos y seminarios.
Quizá sea el momento de añadir que José Manuel Otero ‘junior’, el alma de estos establecimientos, ha escrito un meritorio volumen titulado ‘SANÍvoros’, que incluye las claves de la alimentación terapéutica, la salud plena y el despertar de la conciencia.
En contra de lo que algunos puedan pensar, no se trata de un fanático al uso ni de un gurú de nuevo cuño. Muy al contrario, se trata de una persona muy seria, preparada y consecuente con sus ideas, que no impone, sino solo sugiere y facilita a sus huéspedes un estilo de vida más saludable. Lo cierto es que allí se respira un aire de balneario ‘New Age’ y nadie se asombra de que los huéspedes aparezcan en el comedor sin otra prenda que un albornoz.
En contra de lo que algunos puedan pensar, no se trata de un fanático al uso ni de un gurú de nuevo cuño. Muy al contrario, se trata de una persona muy seria, preparada y consecuente con sus ideas, que no impone, sino solo sugiere y facilita a sus huéspedes un estilo de vida más saludable. Lo cierto es que allí se respira un aire de balneario ‘New Age’ y nadie se asombra de que los huéspedes aparezcan en el comedor sin otra prenda que un albornoz.
Si es usted una persona interesada en el crecimiento personal, le recomiendo vivamente sus instalaciones, programas y tratamientos. Y no puedo terminar esta crónica sin resaltar la extraordinaria amabilidad y espíritu de servicio del personal de estos hoteles, de las más variadas procedencias. Tanto en la recepción, como en el comedor o en los distintos departamentos y, muy especialmente, en el ‘domo’ del espíritu, donde habitan músicos, místicos y monitores de yoga, la sensación de estar en un mundo soñado no te abandona en ningún momento.
En resumen, la familia Otero, muy arraigada en Sanjenjo, ha convertido sus establecimientos en vértices de una modernidad ‘sanívora’, consciente de la importancia de lo que comemos y también del alimento espiritual que nuestras almas necesitan.
José Manuel Otero, el patriarca, un hombre sencillo, de maneras suaves y apariencia engañosamente común, es en realidad una persona muy inteligente (sus logros le avalan), que ha levantado un pequeño emporio. En una conversación informal y casi sin darlo importancia, me habló de su nuevo negocio de quesos, uno de los cuales, el Galimesán, un queso de vaca curado, tipo Parmesano, ganó el Primer Premio en el 10º Campeonato Gourmet de Quesos celebrado en Londres en 2019.
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